viernes, 20 de noviembre de 2015

¿De quién son los asteroides que viajan por el espacio? ¿Se pueden asaltar con la intención de lucrarse? ¿Va a convertirse el Sistema Solar en el nuevo territorio a colonizar para explotar sus recursos, como sucediera con América, África y Asia siglos atrás? Estas preguntas están ahora mismo encima de la mesa del presidente de EE UU, Barack Obama, y la respuesta va a llegar más pronto que tarde. Los legisladores estadounidenses de ambos partidos han logrado ponerse de acuerdo en una normativa —la SPACE Act— que, entre otras cosas, permite que los ciudadanos de aquel país extraigan los recursos espaciales que les plazca para su beneficio. Aprovechando un discutible vacío legal, y si Obama firma el texto, las compañías de minería de asteroides tendrán derecho a quedarse con las riquezas del espacio que, hasta ahora, no eran de nadie. "Un ciudadano de los Estados Unidos", dice la norma, "tendrá derecho a los recursos obtenidos de un asteroide o el espacio, incluyendo poseer, apropiar, transportar, usar y vender este recurso de conformidad con las leyes aplicables, incluyendo las obligaciones internacionales de los Estados Unidos". En el último tramo de la frase está el meollo legal; los congresistas se cubren las espaldas, pero no se resuelve la gran duda que afecta al Tratado sobre el espacio ultraterrestre, de 1967.Este acuerdo, impulsado por Naciones Unidas y ratificado por EE UU, defiende que "la Luna y otros cuerpos celestes no podrán ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera". Los defensores de la minería privada de asteroides aseguran que este texto de derecho internacional solo se refiere a las naciones, no a las compañías privadas, que no reclamarían la propiedad de los cuerpos celestes en sí sino de los recursos extraídos, según la SPACE Act recién aprobada.

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